jueves, 27 de septiembre de 2012

Cuento de verano. El intruso.


Algunas veces delante de tus ojos pasa una película que, aún pareciendo trivial, te hace reflexionar. 

El otro día por la mañana, en la playa, sentado con Montse a la sombra de un parasol y, a la espera de que algún modelo se pusiese delante de mis ojos, para hacer una de mis acuarelas, fui testigo de algo que me dio a pensar. En el fondo, y bien mirado, no se trataba más que de una escena playera sin más, pero de la forma como transcurrió, creo que tiene su miga y es por esto mismo que os la voy a contar.

Serían las doce de la mañana; bajo un sol radiante y una mar agitada por un viento de garbi, aparecieron de repente y, como caídos del cielo de tan hermosos como eran ambos, una joven pareja. Los recién aparecidos iban equipados de unos artilugios que, después de tomar posiciones en la arena, el montaría pacientemente y convertiría en una especie de ala cometa gigante (seguro que tiene su nombre en inglés pero yo no lo se). Ella era rubia, alta y guapa (guapa por lo que se intuía, ya que llevaba unas enormes gafas de sol), vestía con un dos piezas negro; un suscinto tanga que le marcaba uno de los culos mas aseados que he visto en mi vida (el calificativo de aseado es de Montse). El era un querubín de buen ver, un adonis playero, alto y guapo con el pelo moreno rizado y con una actitud y una puesta a punto de saber que iba hacer a cada momento. En fin, una pareja moderna y decidida. Al ser, como he dicho, un día ventoso, estaba claro que el propósito de la pareja era la de navegar por el mar con la ayuda del sofisticado artilugio. 

Los dos estaban de acuerdo en todo y perfectamente coordinados sobre todo él, que por otra parte era el que llevaba la voz cantante. Así pues, entre los dos montaron la enorme ala cometa. Y, siguiendo con aquel buen ritmo y disposición, mientras ella sujetaba los tirantes del ala, el calzaba sus pies a una plancha navegadora (de las de surfista). Había llegado el momento de dar espectáculo. Seguro que me quedaré corto al narrar la precisión con la que el querubín enfilaba las olas. Dotado de una increíble pericia, cuando llegaba casi a la línea del horizonte (ópticamente, claro) cambiaba las cuerdas que le unían a la cometa, y el artefacto se daba la vuelta navegando presto de retorno hacia la playa. Y al llegar casi hasta a la misma arena, levantaba ostentosamente la mano, para que su pareja apreciara las cabriolas de su pericia sin limites y de su bien organizado y vistoso ejercicio marítimo (de hecho a todos los que estábamos allí nos tenía fascinados el querubín). Pero ¡Ah amigos! y aquí empieza lo singular de este cuento de verano, su compañera no estaba para aplaudir, saludar, congraciarse, o compartir las acrobacias del adonis. Ella ya hacía rato que yacía con el intruso. ¿Y quien era el intruso? pues nada más y nada menos que un esplendoroso iPHone (brillaba fulgente el plateado aparato con los rayos del sol). Así pues estaba con el nuevo dios. Una hidra de mil cabezas (por lo del mar) con el cual te puedes conectar con lo que quieras, con quien quieras y que no tiene límites. La del culo aseado, se había tumbado plácidamente en una toalla ignorando totalmente al adonis de la enorme cometa voladora y que llevaba a su compañero de las primeras olas de la playa hasta la linea saludando con el brazo en alto (parecía imbécil el tío saludando a nadie). La guapa chica estaba en sus cosas porque con su moderno iPhone, seguramente estaba enviando whatsapps, o leía mensajes, o recuperaba llamadas perdidas, o quizás estaba enviando fotos de su aseado culo a sus amigos o a su amante haciendo lo más moderno en envíos on line (creo que se llama sexing). Para decirlo claro, en aquel momento había prescindido del querubín y sus cabriolas y vivía en otro mundo, el mundo que le proporcionaba su supermóvil. Y mientras, el querubín no paraba con sus caracoleos y sus cambios de ritmo de ahora de irse y ahora venir. Pero era inútil, su compañera no participaba en nada de cuanto hacía él. Para el querubín era como si Messi estuviese metiendo goles, uno detrás de otro, en un estadio vacío. Era evidente que la comunicación entre aquella pareja era nula. 

Y es que ahora siempre hay un artefacto que se interpone en la comunicación de las personas. Y este no es más que el intruso en forma de iPod, iPad, Iphone o lo que sea. Son elementos que impiden, de todas todas, que la gente se comunique normalmente. En cualquier cena o reunión entre amigos siempre aparece el intruso que cada vez llevan más personas, y que crean historias paralelas. Porque ante la curiosidad extrema del ser humano, uno, aunque quiera ignorarlo, se pregunta que coño estará mirando este o esta y con quien se estará comunicando. Al tiempo que, el que lo esta usando se dice que se joda este que me está mirando, no se lo voy a decir. No hay manera de entablar una conversación normal. Siempre hay personas que tiene al intruso conectado entre sus manos. Y si, de alguna manera les increpas, siempre te dicen que son negocios o que está pendiente de una llamada importante. Y claro tu accedes a compartir con el intruso pero se ha terminado la intimidad. El querubín y la del culo aseado compartían el momento, el sol y la playa pero entre ellos había un intruso que estaba por medio. Si, se veían felices, cada uno con su propia historia, pero había empezado entre ellos el principio de la incomunicación. Así veo yo muchos padres o matrimonios jóvenes que si, están juntos pero al mismo tiempo separados por el intruso que les impide de alguna manera estar más unidos. Alguien me podrá decir que no deja de ser más que una nueva forma de vivir y que es irreversible en los actuales tiempos y que deberemos acostumbrarnos a vivir con el intruso (Os habéis fijado como mira la gente el aparato que tiene entre sus manos) No me extraña que cada vez haya menos gente que vaya a las iglesias a rezar, para que, si ya esta orando al nuevo dios, que además (si tiene batería) esta siempre omnipresente. 

En fin creo que el intruso es ya del todo inevitable dentro de la vida moderna, pero debiéramos entre todos (yo tengo un iPad), a buscar la forma de poderlo controlar un poco más y restarle parte del gran protagonismo que tiene hoy en día.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Final del verano

Cada día tengo menos modelos en la playa. Es septiembre, y ya se sabe, el verano se va terminando. Las aguas se enfrían y la gente apenas se baña. Es pues el momento de terminar los cuadernos de acuarela playeros. He disfrutado con estas cerca de cuarenta acuarelas entre este y el álbum primero.

Pero en esta vida no todo es sol, aguas claras para bañarse y gente relajada. El otro día,  cuando me disponía a entrar en el agua para hacer mi hora de natación, una chica que se estaba bañando llamó a su marido levantando la mano. La chica acompañaba un cuerpo inerte flotando en el agua. Acudí a su llamada y sacamos el hombre del agua. Aquel cuerpo no tenía vida. La chica (parecía experta en reanimación) le hizo un masaje al corazón y no hubo manera. Era un hombre de unos ochenta años. Cuando llegaron las ambulancias medicadas tampoco pudieron hacer nada. Taparon el hombre con una toalla y la policía local puso unos rombos con una cinta para que la gente que paseaba por la orilla respetara la distancia adecuada. Aquel hombre cubierto y del que sólo sobresalían los pies no llevaba ninguna identificación. A nadie se podía llamar ni había ninguna toalla con enseres cerca que pudiesen pertenecer al ahogado.

Yo soy nadador y no creo que sea una mala muerte (algún día u otro llega). Lo que si me dio una pena inmensa fue la total soledad de aquel hombre anónimo, tapado con una toalla prestada y sin más compañía que la de dos policías locales esperando la llegada del juez.









Descanse en paz el nadador anónimo.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Watercolors Torredembarra 2012

Disfruto trabajando estas acuarelas de playa. Después de nadar y cargarme con la energía del mar y el sol me siento a la sombra de un parasol. En la playa modelos no faltan (empezando por mis nietos). Por otra parte, la gente, relajada y deshinibida, toma el sol o se baña tranquilamente. Así pues, modelos no faltan.

La acuarela es ideal para estos trabajos. Son rápidos y como esta disciplina artística no admite rectificaciones, o la aciertas o no. Por este motivo la concentración debe ser al máximo (y se nota cuando estás sumamente concentrado en un trabajo). Por otra parte he observado (y es de agradecer) que a la gente no le importa servir de modelo esporádico.






























Finalizando el verano y, esperando hacer una segunda tanda, os presento este resumen de acuarelas hechas en la playa de Torredembarra.