jueves, 12 de noviembre de 2015

KH7


Una de mis pinturas preferidas está en manos de mi hermano mayor. Creo que se la regalé en su tercera boda. Es un cuadro de los llamados rotatorios. Me explicaré. Hace ya bastante tiempo y para ganarme mi sustento y el de mi familia, aparte de pintar, hacia de diseñador gráfico en un estudio dedicado al embalaje (ahora se llama pakaging). Realizaba diseños para todo tipo de envases. Los hacia de mermelada, de ambientadores para el hogar, insecticidas. Los de mermelada eran de todas las frutas imaginables y una vez el diseño de la fruta daba la vuelta al bote, esta casaba milimetricamente.

Para el diseño de los botes de insecticidas maté mosquitos, hormigas y cucarachas de todas las maneras imaginables. Los maté con rayos y con explosiones. Pero había una cosa fundamental en todos ellos. Una vez hecha la composición en plano, esta tenía que coincidir cuando se envolvía el diseño en el cilindro que formaba el envase. Y esta continua obsesión para que casaran los diseños una vez se decoraba el envase en redondo, me dejó la parte de mi cerebro creativo tocado. Me quedó la manía de que toda imagen tenía que juntarse con su otra mitad.

Pues bien, como no podía quitarme de encima esta rara obsesión, decidí sacarle partido. Así pues lo apliqué a mis pinturas. Cuando hacia un cuadro o un retrato, dividía el rostro en dos partes. Y la parte a la derecha tenía que ligar con la parte izquierda. En este cuadro al cual nos vamos a referir, el fragmento de los personajes de la derecha del cuadro, ligan con el fragmento de la izquierda. Es una manera de plasmar con una sola imagen el inexorable paso del tiempo. Para terminar la descripción del cuadro diré que es una tela pintada al óleo con dos personajes de espalda mirando el mar (mi hermano y mi hija). La técnica es de fina pincelada y de veladuras, con un aglutinante para las mezclas de color.

Vayamos pues al quid de la cuestión. En una fiesta celebrada en la casa de mi hermano y cuando ya la fiesta estaba en su apogeo, llegó la desgracia. En medio de la animación de la fiesta se abrió una nueva botella de cava. Con esto el tapón sale disparado y se va con toda la efervescencia de la espuma y esta, salpica toda una parte del cuadro antes citado. Toda su efervescente espuma cae, creando unos churretones que van bajando lentamente, dejando huella en la tela.

El cuadro queda tocado con la acción de la espuma (menos mal que era un brut nature de cierta calidad y no un mal espumoso). Los churretones provocados por la espuma son evidentes y la efervescencias del cava va haciendo su efecto a medida que cae. Mi hermano hace una primera valoración del desperfecto. Se pone manos a la obra para limpiar el cuadro. Las manchas se van, pero al día siguiente, cuál pesadilla, reaparecen. Hay un problema.

Yo no sé nada de todo esto, y él no me lo dice porque sabe que me va a disgustar. Yo tardo mucho tiempo en realizar una tela como aquella. Soy bueno pero lento. El espera que yo no me de cuenta. Un día nos invita a cenar. Tiene las luces bajas. Y yo, nada más poner los pies en la sala, lo primero que le pregunto es qué le ha pasado al cuadro porque veo, a primera vista, que está afectado. Me dice que como lo he visto. Le digo que es más que evidente que al cuadro le ha pasado algo. Luego me cuenta lo sucedido y acto seguido me dice que no me preocupe y que está buscando la manera de restáuralo. Le comento que una buena manera de limpiarlo es con jabón PH neutro y agua destilada y sobre todo, con mucho cuidado y que, además dispongo de un libro que lo explica. El me dice que se lo estudiará. Mi disgusto es evidente, pero me resigno y pienso que aquel cuadro está tocado. Hasta empiezo a pensar en hacer una réplica del mismo.

Algunas veces hemos visto como se restauran los cuadros en los museos, por parte de un grupo de profesionales. Los ves que forman parte de un laboratorio con enormes caballetes, lupas de todos los aumentos, cámaras de rayos X para ver las distintas capas del cuadro. Analizan los pigmentos usados, la composición de la tela y se estudian los aditivos usados para fijar la pintura. 

Aparte de la pintura se analizan a conciencia los barnices. Todo ello realizado con guantes blancos y hasta con mascarilla, para no contaminar la tela con la respiracion. Los que restauran las piezas, aparte de ser licenciados en arte, y tener muy buenas manos, la mayoría son pintores

de depurada técnica. Y sobre todo, no tienen ninguna prisa para terminar. Usan finos pinceles y colores de altísima calidad. Hasta que no encuentran una solución, consensuada con los colegas, y válida para la restauración, no dan por terminado el trabajo.

Pues bien, mi hermano lo solucionó, pero de otra manera. Él es un hombre resolutivo, de esto no hay ninguna duda. Aparte de ello, no se puede olvidar que es ingeniero químico. Por lo tanto su conocimiento sobre los ácidos, líquidos, y resultados de las diferentes mezclas, también debe de ser alto. Al mismo tiempo su trabajo en el mundo profesional y sobre todo en laboratorios farmacéuticos le han dado una amplia fuente de conocimientos. Y es del todo conocida su capacidad en la producción y su determinación ante los problemas. Su máxima es: si una cosa la puedes solucionar hoy, no la dejes nunca para mañana. La vida es corta. Pues bien, el llegó a un veredicto y a una solución, que yo diría que es única en el mundo entero y que, si me la dice antes de aplicarla, sin duda me llevo el cuadro a mi casa.

No tardó mucho tiempo en invitarnos de nuevo a cenar a su casa. Tenía una sorpresa. Yo, claro está, lo primero que hice al llegar, fue ir directamente a ver el cuadro. Estaba limpio, de esto no había duda. No hallé signos de la fea huella de los churretones. Le pregunté si lo había llevado a algún sitio a limpiar. Me dice que no y que lo ha restaurado el solito y que, como se puede apreciar, con gran efectividad. Insisto en saber cómo. No se atreve a decírmelo. Pero ante mi insistencia finalmente me lo suelta. Me dice que lo ha restaurado con el KH7. Le digo que si me está tomando el pelo. Me tengo que sentar. Tarde medio año en hacer aquel cuadro y el para restaurarlo debió tardar menos de cinco minutos. Estoy mareado y me tienen que dar un whiski que me bebo de un solo trago. Me viene a la mente los anuncios de KH7 con una señora de la casa y un baño que no se ha limpiado en meses. Luego la señora dispersa una dosis de producto. Acto seguido se forma una espuma blanca, y la señora le pasa un paño y se va toda la suciedad acumulada, quedando el baño como nuevo.

Le pregunto qué si se había vuelto loco y me responde, que la aplicación del KH7 ha sido efectuada con mucho cuidado y de una manera muy controlada. Y que, después de la primera aplicación, esperó prudente a ver qué ocurría. Es decir, que fue una aplicación con suspense. Porque le podía haber pasado como a la señora del anuncio: pero que, en vez de la suciedad, se hubiese llevado parte de los personajes del cuadro. Ahora cuando voy a su casa y contemplo el cuadro, churretones no veo. Se me aparece la imagen de un bote de KH7 en el lugar de las manchas. Ha desaparecido toda huella de la noche del cava. Pero me da la impresión, sin poderlo asegurar, que en la parte izquierda del cuadro está apareciendo una sutil veladura y de momento, casi imperceptible, de un nuevo color, color que yo no recuerdo haber puesto. Veremos. El tiempo dirá.

Moraleja: si haces una fiesta y descorchas cava, que sea lejos de los cuadros. Pero en cualquier caso ten siempre a mano un bote de KH7. Espero que esto no lo lea nadie de la compañía del producto. Porque si amplían la limpieza de los baños y le suman la rápida restauración de cuadros al óleo, los metódicos restauradores de guantes blancos ya se pueden ir buscando empleo.

A partir de ahi, un buen museo solo necesita cuadros para exponer y tener siempre a mano un bote de KH7.