A Rafael, psiquiatra, le conocí estando yo en Puzzle como responsable creativo del área de salud. Por aquel entonces contratamos una empresa llamada Estrategic (más tarde nos fusionamos con ellos) para que nos valorara una campaña que habíamos diseñado; se trataba del lanzamiento de un fármaco entorno a la depresión. Entonces ya me pareció una persona sumamente interesante y no porque nos la ratificara a favor sino por los argumentos positivos que llevaba en si su valoración. Los psiquiatras tienen la capacidad de ver en el lado oscuro de la mente y siempre da un poco de respeto hablar con ellos porque dices, este tío me está viendo mis miserias (todos en mayor o menor grado las tenemos y ojo, mucho ojo, con el que diga que yo no); con Rafael esto no ocurre porque es tal su sencillez y afabilidad que te sientes muy bien hablando con él (si estuviésemos en Nueva York ya habría contratado sus servicios). Yo siempre he visto a Rafael como una persona de una enorme curiosidad (la misma que un niño; y que interesantes son estas personas que conservan este niño dentro) y siempre con un gran interés por todo lo que sean novedades.
A Rafael le gustó la serie de acuarelas que hice sobre el puerto de Barcelona y quiso tener una; otro la hubiese escogido solo; él se llevó el bloc, lo consensuó con su mujer y al día siguiente me dijo esta; pon su precio detrás de la acuarela. Lo puse, me la pagó y punto (estilo).
El hombre habla bien, muy bien, y siempre tiene la capacidad de elegir las palabras adecuadas (otra cosa es, si se alarga más o menos). A mi me gusta charlar con Rafael porque es el tipo de persona que siempre te da buenas vibraciones.
Trazado profesional
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