Este trabajo está resultando un reto. En primer lugar porque ahora me ha dado por hacer telas grandes (de esta manera fuerzo menos la vista y mis seis diotrías de diplopia me lo agradecen). Po otra parte me ha entrado una obsesión por el agua y el juego gráfico de ondulaciones y colores cuando los cuerpos se reflejan en ella. El fondo del mar de Torredembarra tiene unos ocres y una gama de azules de cobalto y de turquesa que cuando los rosados y el tostado de los cuerpos se reflejan en el mar se produce una abstracción de colores y de formas que son música pura.
Yo que he sido un negado para tocar cualquier tipo de intrumento (incluida la armónica) me sentiría satisfecho si alguien, algún día me dijera:"Tío en este cuadro has creado una verdadera sinfonía en colores que suena como la misma música". Bueno, en todo caso siempre se puede ver el cuadro acompañado por el diáfano sonido de una flauta japonesa por ejemplo.
Hasta el próximo estado de la tela
