martes, 30 de diciembre de 2014

NEWS RECLINING NUDE

Nuevos Reclining nude para cerrar el año 2014. Espero el año que viene  con expectación. A pesar de los avatares conque siempre nos sorprende la vida, el deseo de pintar sobre una hoja de papel o sobre una tela prevalece.
Así pues, amigos, espero comunicarme de nuevo con todos vosotros con lo que me más me estimula, pintar.





martes, 23 de diciembre de 2014

RECLINING NUDE

Ya desde pequeño me ha fascinado el cuerpo de la mujer. Siempre he dibujado y pintado cuerpos de mujeres más o menos bellas. Y nunca se me ha ocurrido hacer cuerpos de hombres (salvo cuando el modelo de la escuela Masana era masculino). Veo belleza, por ejemplo, en el cuerpo del David de Miguel Angel y de otros escultores o pintores, pero yo para dibujarlos o pintarlos, ademas de admirarlos debo desearlos.

Hoy, como sabréis hago 69 años y como homenaje a la siempre adorada mujer, doy a conocer seis de mis últimos RECLINING NUDE.





viernes, 19 de diciembre de 2014

ULTIMAS TELAS DEL 2014



CUENTO NO NAVIDEÑO. OBSESIÓN

OBSESION

El otro día por la por la TV vi uno de estos magníficos reportajes de animales que dan por la cadena 2, que dicho sea de paso, es como un oasis visual entre la tantísima basura que se emite por el medio televisivo.

El reportaje trataba sobre los calamares gigantes. Calamares que viven en las profundidades abisáles de los grandes oceános y que nunca nadie, al menos antes de este reportaje, había visto vivos. Tan sólo habían aparecido muertos, varados en alguna playa y ya en avanzado estado de descomposición.

Aquella historia, desde un principio, me pareció muy interesante. Sobre todo por la obsesión de un científico japonés y de sus enormes ganas por capturar imágenes de este cefalópodo descomunal. Este calamar es capaz de pelear con los grandes cachalotes cuando estos bajan a las profundidades para comérselos. Y de que los calamares eran gigantes no había duda, era mas que evidente, por el perímetro de las huellas de sus tentáculos dejados en la piel de los cachalotes.

Desde el barco experimental y con la ayuda de un sofisticado batiscafo para bajar a las profundidades, se produjeron varios intentos fallidos para poder captar imágenes del calamar. Pero al japonés, persistente él, se le ocurrió la idea de hacer una especie de puré triturado consistente en un batido de atunes, pulpos y otros calamares, una especie de boullabesa para atraer a la bestia. Después de pasarlos por una enorme batidora, ya tenía preparado el mejunje. Supongo, que el científico japonés tenía en mente y como referencia, lo que usan los pescadores para atraer a los grandes tiburones o peces de gran tamaño como el Merlin. Después de bajar a no se cuantos cientos de metros de profundidad y tirar la espesa salsa por una escotilla, el sistema falló porque no apareció ningún calamar. Y no fue hasta después de mucho tiempo y nuevos métodos que, por medio de potentes luces y cámaras sofisticadas, pudieron tomar imágenes del enorme calamar.

Esta historia del japonés me transportó a tiempo atrás y a mi propia experiencia. Era en una época que yo estaba obsesionado con la pesca de una gran lubina (como el pescador del "Viejo y el mar"). Haciendo pesca submarina ya las había pescado de buen tamaño, pero yo quería la mas grande (el sueño de cualquier cazador). Transcurría el verano de no se que año, hace ya mucho tiempo, y mi deseo por pescar lubinas grandes se había vuelto en una obsesión casi enfermiza. Las soñaba. Mi punto de vista para atraer a la pieza era parecido al del científico japonés. Me preguntaba ¿Por que esperar a buscarlas por el inmenso mar?. No a la espera, había que provocarlas. Había oído, por boca de los pescadores, que las grandes lubinas seguían a las barcas en su regreso al puerto. Era cuando, desde las barcas tiraban los restos del pescado por la borda y estas las seguían hasta el mismo puerto. Yo pensé, por que no haces lo mismo que hacen las barcas y provocas su encuentro y así, una vez halladas, y con tu buen arte para capturarlas les clavas el arpón de tu fusil.

No me lo pensé mas. Llevado por mi fija idea y mi enfermiza obsesión, me puse manos a la obra. Me fui a comprar dos kilos de sardinas de buen tamaño. Mi idea era ensartarlas en una línea de nylon y salir de buena mañana, y cuando nadie me viera, entrar en el agua con la ristra colgada de mi cintura y arrastrarlas por el mar hasta que las deseadas lubinas, tentadas por el rastro de las sardinas aparecieran. Pero las cosa nunca suelen ocurrir como uno las piensa. Pasó, que el día esperado hacia muy mala mar, con lo cual, la deseada salida se frustró. Esperé un día más oportuno, pero continuaba la mala mar y el viento fuerte de levante no cesaba. Pasaron tres días hasta que amaneció uno bueno con un sol resplandeciente. Subí a la azotea en busca de las sardinas para poner en marcha mi ingenioso proyecto. Pero lamentablemente las sardinas, expuestas a la intemperie, se habían podrido. Bueno pensé, si están podridas mejor porque olerán más y serán más tentadoras (iba ciego). Y tanto que olían, ya que en mi marcha hacia la playa, la gente se iba apartando ante aquel olor nauseabundo. Al final llegue a la playa con mi equipo de pesca submarina, mi fusil y mi traje de neopreno. Una vez allí, até las sardinas a mi espalda como si fuera la cola de un cometa, y con paso decidido desfilé hacia el mar. A medida que iba avanzando al ritmo de mis pies de pato me di cuenta de que aquello no iba a funcionar. No solo no apareció ninguna lubina sino que los pocos peces que habían se largaron al ver a un tío con una ristra de sardina oliendo a mil demonios. Además mi imagen quedó deteriorada ya que la la gente que estaba en playa, donde había conocidos, se había apartado pensando lo chalado que yo debía de estar para colgarme aquella ristra de pescado podrido en el cinturón de plomos, fusil en mano y tirando mar adentro. Por otra parte, como estaban podridas, se iban deshaciendo de la línea de nylon, y yo iba sembrando el mar de unos pedazos de pescado putrefacto. Como para detenerme por contaminación marítima.

Tengo que decir, para finalizar este cuento, que mi obsesión por pescar la lubina mas grande fue un fracaso enorme, parecido a la del japonés y su sopa de pescado triturado (aunque en versión pobre). Y es que las obsesiones, para lo que sean, no son buenas para nada, porque nos hacen  actuar como imbéciles, hasta tal punto, que a veces caemos en el más grande de los ridículos.


Moraleja: No te obsesiones, porque no conduce a nada bueno. Puedes ser ambicioso en tu deseo pero serénate, piensa, y con constancia lograras tus objetivos. Eso si, tengo que añadir, al menos para no parecer tan lerdo, que con el tiempo, llegue a pescar lubinas de cuatro y cinco kilos. Fue con mi experiencia y buen hacer, y esto, sin llevar una ristra de sardina podridas a mi espalda como reclamo.

viernes, 31 de octubre de 2014

lunes, 29 de septiembre de 2014

domingo, 28 de septiembre de 2014

CUENTO DE LA HABITACIÓN 317 EN UN HOTEL DE O GROVE (GALICIA

 O Grove es un pueblo de pescadores de Galicia. Está situado en las rías baixas, cerca de Cambados, tierras del buen vino de Alvariño, lo cual y sumado al exquisito marisco, justifica con creces nuestra presencia (casi anual). A partir de aquí, de nombrar el lugar donde nos encontrábamos, y dado el complejo asunto que me lleva a escribir este cuento, no voy a dar nombres del hotel ni de nada mas.
En los diferentes cuentos a lo largo de estos últimos años habréis podido comprobar hasta que punto mi despiste es supino. Y es que, siempre estoy pensando más en el próximo cuadro o proyecto que voy a emprender, que en lo que estoy haciendo en aquellos momentos. Bueno, la cuestión es que lo que sucedió aquel día me podía haber costado caro; a mi como accidental protagonista, y, de paso, al propio hotel en el que nos hallábamos hospedados. He de puntualizar que el hotel de O Grove, contratado por internet, estaba muy bien. Era moderno, muy nuevo y situado en el mismo centro del pueblo.
Aquella soleada mañana en que empezaba el día, la luz se filtraba potente por los ventanales. Sin prisas, mi mujer y yo nos levantamos en cuando nuestro despertador biológico quiso. A los dos nos gusta desayunar fuera del hotel. De esta manera damos un paseo para mover el cuerpo, ya que va bien, para lo que nosotros llamamos confidencialmente devoluciones diarias. Así pues nos fuimos a desayunar a un bar cercano al paseo, leer los periódicos locales, planificar el día y todo ello, hasta cuando el propio cuerpo te pide la vuelta a la habitación. Quedé con mi mujer que yo, como siempre, me adelantaría y que luego ya nos veríamos.
Siempre nos damos un espacio de tiempo para no coincidir en la habitación. Es de todos conocido (al menos por nuestros amigos) el respeto que tenemos por no invadir nuestros espacios vitales y más si estos son íntimos. Así pues me encaminé con paso rápido hacia el hotel. Había notado, de repente, que mis intestinos estaban en pie de guerra. Aceleré el paso puesto que, en el momento que me levanté de la mesa del bar, se había activado lo que podríamos llamar el proceso. Me dirigí con pasos rápidos y con las nalgas prietas un poco como Chiquito de la Calzada en sus cortos paseos por el escenario, así estaba yo.
Finalmente llegué al hotel, en un trayecto que se me hizo interminable. Subí al ascensor que me llevó (muy lentamente) hasta el segundo piso. Yo sabia que tenia la habitación a la primera puerta a la salida del ascensor así pues me encaminé raudo con la tarjeta ya preparada para abrir la puerta. No tenía otra cosa en la cabeza, que hacer las cosas fáciles para poder llegar en buenas condiciones a mi destino. Puse correctamente la tarjeta en el receptor pero la maldita puerta no se abría y no había manera de que esta se abriera por mas que yo sacaba y ponía la tarjeta. Maldije los nuevos inventos y pensé en las otrora efectivas llaves. Por otra parte, el posible mal estado de algún mejillón me estaba acelerando la necesidad de mis ahora rebeldes intestinos. Afortunadamente, la mujer de la limpieza estaba haciendo las habitaciones del primer piso, lo que detecté por el ruido de los aspiradores. Así que la llamé con urgencia, casi con un grito desesperado (a lo Tarzan). Cuando, alarmada se presentó, le dije que mi habitación no se habría y que probara ella. La mujer lo intentó sin éxito, llegando a la conclusión, por lo que dijo, de que seguramente se tendría que recargar la tarjeta en la recepción. Yo sabia que, dado mi estado de urgencia, jamás llegaría a la recepción para recargar la maldita tarjeta. Con lo que, desesperado, le dije que lo intentase de nuevo. Finalmente, alertada por la discusión, acudió la gobernanta del hotel a la cual expusimos el problema y ella, la gobernanta, comprensiva, me debió ver tan apurado y con las piernas muy cruzadas (no puedo decir el color de mi cara) que decidió con su tarjeta maestra abrir la habitación, no sin advertirme antes que luego fuese a recargar la mía.
Salvado, entré raudo a la habitación y directamente a la puerta del baño que afortunadamente estaba enfrente que la misma puerta de entrada. Abrí la puerta y me encontré un tío cagando en mi cuarto de baño. Le digo: ¡Por dios, que coño hace usted en mi habitación. Y el tío me responde sumamente alterado y asustado: ¡maldita sea la hostia, la madre que te parió, y no se cuantas cosas más dijo: haga usted el favor de irse, que esta es mi habitación, hostia puta!. Ante el mal carácter de aquel individuo, salí precipitadamente de la habitación intuyendo el error. Al salir me encontré con la camarera y la gobernanta pasmadas, pero que, al intuir el posible error. ya se estaban largando escaleras abajo.
Al salir raudo de la habitación de aquel pobre tío, comprendí mi error. Mi habitación estaba a la salida del ascensor pero en vez de la derecha del ascensor se hallaba a la izquierda, con lo cual, y dada la premura del momento, entré en la habitación de otro individuo que en aquellos momentos estaba haciendo lo que yo quería hacer hacia ya mucho rato.
Finalmente no hubo consecuencias ni se hablo mas del incidente. Lo que si esta claro, es que si el tío hubiese reclamado a la dirección del hotel, la estancia, posiblemente le hubiese salido gratis. Y no se, ni sabré jamás, si finalmente lo hizo.


WATERCOLORS CALAFELL