lunes, 21 de marzo de 2011

Cuento de primavera


El internista

Un día soleado en una primavera cual esta, estaba yo jugando a tenis playa y vi como, de pronto, me venían dos pelotas de golpe. Al quejarme y decirles a los del otro lado de la red que dejaran de hacer el indio y no tiraran dos pelotas a la vez, me respondieron que no, que en realidad estabamos jugando con una sola pelota. Mierda me dije, ya me he vuelto tonto. De camino a casa pude comprobar como efectivamente las cosas estaban dobladas como si hubiese bebido. Al tratarse de un tema relacionado con la vista, me fui al oftalmólogo. El oftalmólogo me dijo: mire aqui estas letras y ahora los numeros más pequeños y los vi todos bien. El hombre me iba tapando ahora un ojo y ahora el otro y al final me dijo: ahora con los dos abiertos que vé. Miré a la pantalla y estaba todas las letras y los número doblados y entonces me dijo: tendrá que ir a ver a un neurólogo porque esto parece una diplópia (que es como ver doble pero sin haber bebido) y añadio: esto es algo que a mi ya se me escapa.

Fui al neurólogo. El neurólogo, muy seguro de si mismo, me dijo: vamos a buscar la verdadera causa de esta diplopía. A mi, aparte de saber la verdadera causa de la diplopía, lo que quería era ver normal (hacía días que no ganaba una partida intentando cazar la bola real) y además tenía que ir a casa conduciendo con uno cerrado y el otro bien abierto para saber cual era el coche verdadero (muchísimo mas peligroso que lo de las dos pelotitas). Se tendrá que hacer una resonancia craneal me espetó el neurólogo. Así pues, un día me pusieron en el tunel de un sofisticada máquina durante un buen rato. Diagnóstico del radiólogo: no hay nada. Pero coño, yo seguía viendo doble y sin poder ganar una partida. Y entonces el médico me dijo tendrá que ir al internista. Ah amigo! Recuerda esta palabra, y te lo digo muy en serio; si alguna vez te dicen esto date por jodido porque quiere decir que no hay ni dios que sepa lo que tienes y entonces, como último recurso para que no te vayas del centro, te mandan al internista.

El internista es el personaje clave, el comodín del juego. Está integrado en un clínica o en un grupo médico de estos que todos los servicios están en el mismo centro (estilo americano) para poder cumplir con todos los pacientes de las mutuas: desde el neurólogo hasta el podólogo; es decir desde la cabeza a los pies. Ahí amigo empieza el baile, porque el tío te van pasando de un medico a otro como si fueras una peonza y vas haciendo todo el circuito de la clínica hasta que no te queda ninguna especialidad por ver; te hacen resonancias, tacs, tomografía computerizada del tórax, las uñas, analíticas completas porqué hasta te miran si tienes el sida, te mandan al neurólogo al digestólogo al nefrólogo, al cardiólogo, al de vascular y hasta al psiquiatra, así hasta que no queda ni un médico, ni un solo departamento del mismo centro que no te haya hecho sus pruebas pertinentes. El internista es un personaje que tiene tanto poder que te puede mandar a que te hagas hasta una colonoscopia por el tema de la doble visión. Si si una colonoscopia por ver doble a indicación del inefable internista.

El día de la colonoscopia entré en una sala con una bata de estas que te cubren por delante pero que llevas el culo al aire puesto que vas sin nada debajo. Y curiosamente cuando entré en la sala (bastante jodido por cierto) todos los que estaban allí estaban con una sonrisa que parecía la del joker de las películas de Batman, incluidas las enfermeras (se entiende que para parecer amables ante lo humillante de la prueba). Bueno, sigamos; me tienden en una mesa que tenía un hueco entre las piernas. Y va el tío, el que sin duda era el jefe, el más sonriente de todos, y me dice, relájese, (me debió ver tenso de cara y se supone que con el culo prieto): ahora le dormiremos y le haremos una exploración completa. Yo al médico lo veía doble pero cerré un ojo para fijar la vista y ver que cara ponía y seguia con la sonrisa de oreja a oreja. El tío me dice: si hubiese algún pólipo en el cólon se lo sacaríamos en el proceso de la exploración. Ah, porque además para curarse en salud y evitarse posteriores demandas por negligencia te hacen firmar unos papeles en unos momentos que firmarías tu sentencia de muerte sin darte cuenta. Esto hace que eximas de toda responsabilidad al cuadro médico y de esta manera, a pesar de lo que hagan bien o mal, puedan seguir sonriendo. Yo me dormí y luego cuando paso una hora me desperté en otra sala llena de cuadros impresionistas (en estos centros los Van Ghog, Monet, Sisley estan siempre presentes) y al cabo de un rato se me aparece el mismo médico aún con la sonrisa en la cara y me dice que este tranquilo, que no tengo nada en el cólon, ni siquiera pólipos, y que la exploración ha ido muy bien; yo entonces, alterado y un tanto humillado, le respondo: oiga doctor es que yo lo que tengo es visión doble en el ojo izquierdo no en el ojo del…y ante la posible grosería que iba a soltar el tío me corta y me dice: si, si, lo entiendo, pero mire usted: lo importante es ir descartando. Ah, y saben como empezaba el informe que me dieron, decía: Entra el dedo y sale limpio… O sea que el tío de la ancha sonrisa no sólo me metió el tubo con la cámara por el culo, lo primero que hizo fue meterme el dedo, y vete a saber tú cuantos sonrientes tíos de aquella sala me lo metieron…

Pues nada más amigos OJO cuando os digan que estáis en manos del internista. Negaros en redondo porque se trata de un personaje sumamente peligroso.

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