jueves, 13 de enero de 2011

El pincel japonés

















































Tengo dos buenos amigos algo más jóvenes que yo. Estos dos buenos amigos van, siempre que se les presenta la ocasión, al Japón. Y digo esto porque Japón ha sido un país siempre admirado por mi.

Un pintor, un diseñador gráfico, sabe el valor de la síntesis en el arte, de la esencia de las formas, de la extraordinaria capacidad para el dibujo que tienen los japoneses. Ellos miran, observan concentrados un paisaje o personajes, las olas del mar o las plantas pero sin actuar, sólo observando, y luego, con sus mágicos pinceles mojados generosamente de color, esbozan en el papel como si se tratara de una afilada catána, en donde dejan la esencia mágica de lo plasmado.

Pues bien a lo que íbamos, mis dos buenos amigos, en una de esos viajes me trajeron unos pinceles (que son blandos y acaban en punta). Yo no soy un tipo de cosas blandas para pintar; más bien me gustan los pinceles usados y apelmazados como el de la derecha de la foto. Pero esta vez me dije: si te han traído un pincel japonés úsalo porque ellos (son inteligentes los tíos) creen que quizás con el puedas hacer algo. Lo probé, y como se que a mis amigos les gustan las mujeres (mucho, al menos tanto como a mi) hice una serie sobre el baño (recordando a Degás, pero ahora con la modelo en la ducha, no lavándose en barreños como antaño). Y el resultado es esta serie de trabajos que muestro aquí en esta entrada.

Yo no creo que nunca vaya al Japón porque le tengo un pánico bestial a los aviones y ahora que me he jubilado (después de 50 años trabajando, y de no disponer de alas) y al haber pasado varios trances amargos de salud, me jodería enormemente que el airbús de turno no llegara a buen aeropuerto.

Así pues esperaré que ellos me cuenten cosas de este fascinante país que es Japón. Mientras tanto mirare sus grabados, veré sus películas, comeré el sushi y el maki, y hasta quizás me haga un autorretrato con los ojos ajaponesádos (como se hizo el admirado Van Gogh). Contemplaré los macacos de cara roja en reportajes de la BBC. Y esperaré que un día (cuando ya sea mas mayor y haya aprendido más) pueda trazar con la sabiduría de un artista japones.

A los que miréis este blog decirme (después de lo visto) si me debiera cambiar al pincel japonés o ya estaba bien el anterior. Gracias.

2 comentarios:

crustacis dijo...

Vatua dena, Edu! quins moviments més sensuals, quina frescor! preciosos.
Doncs t'haig de dir que aquests pinzells tous i punxeguts et senten de meravella. Fan més japo el teu art japo-rupestre.

I fas una molt bona descripció del caràcter creatiu japonès: honest, pacient i perseverant. Tinc un documental de 'tir amb arc' que t'haig de passar, t'agradarà, parla d'això. I en tinc un de 'geishes' que encara t'agradarà més.

Esperem que en breu ens facis una visita per Bcn!

xavi.ilustra dijo...

l'edició Resume Editing
Edu, estem d'acord en que la teva traçada sembla més fluida i precisa. Si els teus dibuixos de per si ja ho són, amb aquest pinzell aconsegueixes una lleugeresa i claredat encara superiors.

Els pinzells son fantàstics, però els dos sabem que podries pintar fins i tot amb un raspall de dents.