viernes, 17 de abril de 2015

CAMBIO DE COMPAÑIA. OTO.


Todos hemos cambiado de compañía de teléfonos alguna que otra vez. Las ofertas de las diferentes telefónias de movil en agresiva competencia, la una con la otra, te llegan a tentar. Y llega un día que te hacen una oferta tentadora, y que tu dices esta será la ultima. Además, piensas que tienes que renovarte y ponerte al día. Uno, con el paso del tiempo, ya no se acuerda, (el tiempo todo lo borra, o casi todo) del tremendo lío que tuviste con el ultima traslado (portabilidad la llaman) de compañía. En resumen, que aquel día tentado por el dinero que dicen te vas a ahorrar (nunca es tanto) coges el teléfono y dices: mire yo estoy en tal compañía y quisiera pasarme a la oferta que están ustedes haciendo últimamente. Se quedan un poco desconcertados que tu llames, pues los que suelen marearte hasta la pesadez son ellos. Y al ver que has mordido el anzuelo, te tratan de Don Eduardo por aquí y Don Eduardo por allí. Te dicen y te dan todas las facilidades del mundo. Además, por poco que sepas negociar, te haces con un movil gratis o a buen precio. Y tu, finalmente contratas, y estas contento por los logros económicos, por renovarte (renovarse o morir) y por tu nuevo juguete de movil, con el cual no te aclararás durante algún tiempo.

Pero llega un día, que te llega la factura, y que no se corresponde en absoluto a lo que en un principio te habían dicho. Y es que, dentro del pack de oferta que te han hecho, no entra el adicional de tu mujer. Bien, pues ahí empieza el problema y lo que será posteriormente un lío de cojones. Tan fácil que parecía y estás a un paso de meterte en un bucle del que, amigo, tardarás en salir. ¿A que todo esto que estoy contando os suena?. Pues vamos a contar la ultima experiencia que mirada con perspectiva no deja de tener sus puntos cómicos y de lo que se puede hacer hasta un cuento breve.

Para no aburriros con detalles iré al grano y diré que me vino un cargo adicional y fuera del contexto establecido, de 24 euros con 11 céntimos. Y se ve, que al no hacerse cargo mi banco por no tener la orden mía, van los de la compañía de teléfonos y bloquean este movil, es decir el de mi mujer. Ella, que no sabia nada, claro está, coge un cabreo por no habérselo comunicado.
La cuestión es que tenía que restablecer la línea del movil de mi mujer cuanto antes. 

Entonces llamo al teléfono indicado de reclamaciones. Un teléfono de cuatro cifras y me dicen que ellos lo solucionaran. Después de las respectivas preguntas que si en catalán o en castellano y después de decir que en catalán y tocar la tecla dos correspondiente al catalán, se me pone un operador marroquí, lo que intuyo por la forma de hablar. He estado varias veces en Marruecos y se como hablan español. El operador me dice que me pasa, cual es tu problema (de entrada me trata con un tu coloquial) y yo le contesto que me han cobrado de más y uno de mis móviles no funciona. El me dice un momento señor (se pasa del tu al señor en un momento) y al cabo de un buen rato me dice: tu no has pagado un cargo de 24 con 11 euros (al ver que era un impagado me vuelve a bajar el tratamiento), y por lo tanto es el motivo por el cual tu tienes teléfono sin línea. Yo le respondo que no tengo ningún impagado y que no puede ser y que me extraña y que no entiendo. El hombre me dice ya un poco agresivo. Como que no entiendes...mira si tu no pagas tu no hablas entiendes, es muy fácil, tu paga y tu tienes línea y ya no me dice señor ni nada (soy un moroso). Y ante mi silencio, el operador marroquí se reitera y sigue con su aplastante lógica: entiendes, tu pagas lo que debes y entonces tu puedes hablar, es muy sencillo. Yo me hago con un segundo silencio ante la agresiva lógica del operador. Por lo que sigue, intuyo por el cambio de actitud del operador de que, durante mi segundo silencio, alguien le dice al operador marroquí que estas no son formas de atender un cliente. Acto seguido (los silencios por teléfono son más contundentes) el hombre cambia de actitud y me dice que hay un cargo sobre este teléfono y que cuando yo haya pagado ya tendré línea y entonces de repente me sube el tratamiento y me llama Don Eduardo. Y me dice que a continuación me va a dar la cuenta del banco con el cual ellos trabajan y yo tome nota, abone la cantidad y ya esta. Finalmente le digo que conforme, que me de la cuenta para acabar con el lío de las narices. Porque sino tendría mi teléfono bloqueado por los tiempos infinitos. Le digo que tomo nota de la cuenta. El operador marroquí empieza a darme el numero de cuenta: dos, nueve, cinco, cuatro, oto... Yo me extraño del aquel oto, pensando que eran las cuentas fraccionadas de cuatro en cuatro números, y le digo ¿otro bloque? Y me responde, otro bloque no, y me repite oto. Yo le digo si es otro bloque de números y el tío me dice que no otro bloque, oto me repite ya en un tono más alto y un tanto alterado. Yo pienso que el tio no se aclara y le repito otro que... y me dice nervioso: no otro bloque, numero oto señor, oto es un numero. Oto es un número digo; luego pienso que si es un número igual es el número ocho y que el operador no pronuncia bien la ch. Y le digo a ver dígame oto acompañado del siguiente numero, y me dice otenta y tres. Entonces deduzco que cada vez que me diga oto se trata del número ocho. Y menos mal que lo aclaramos porque había cinco otos en aquella cuenta interminable. Al final me dice en tono confidencial: tu paga 24'11 euros al y tendrás línea Don Eduardo. Y luego, para finalizar añade, ahora Don Eduardo (cada vez mas dulce) recibirás una llamada de nuestra compañía y tu puntúa si yo he atendido bien. 

Al operador le hubiese dado una puntuación baja. Pero a mi no me gusta entrar en este juego de las multinacionales y dar malas puntuaciones porque se que los tíos se juegan el puesto y tampoco se lo que cobran.

Pasan unas horas y efectivamente me llama el evaluador de la compañía y me pregunta que puntuación daría a la atención de la persona que me ha atendido, y que por favor, les diga del uno al diez cual es mi opinión sobre el operador. Y yo les respondo que del uno al diez, yo le doy al operador un oto. Y el hombre de la compañía me pregunta ¿cuanto? y yo le respondo un oto. Quizás querrá decir un ocho señor. Y yo le respondo, si un oto. 

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